DE PADRES TÓXICOS E HIJOS CODEPENDIENTES.

DE PADRES TÓXICOS E HIJOS CODEPENDIENTES.

NIÑOS NIÑEROS

En las familias tóxicas está tácita o explícitamente prohibido hablar de la conducta compulsiva de alguno o ambos padres. "El hijo de un alcohólico -ilustra Emilia Faur- probablemente fue muy perseguido porque no hacía los deberes o no tenía un rendimiento apropiado en la escuela. Es una forma de desviar el foco del problema, pues el problema no está allí."

Cuando en una casa el padre tiene alguna adicción y la madre corre todo el día detrás de él en el vano intento de salvarlo, los hijos suelen ocuparse de funciones para las que aún no están preparados. Así emergen hijos que cubren o compensan las faltas de esos padres. Son autoexigentes, con gran rendimiento.

"No hace falta la adicción a una sustancia para que exista un padre tóxico -aclara la licenciada Faur-. Puede tener también algún trastorno compulsivo en la conducta. Por ejemplo, estar muy pendiente del trabajo y no poder distinguir entre el tiempo dedicado a la casa y el destinado a sus obligaciones. Así, no serán capaces de estar presentes para ninguna demanda emocional que les planteen sus hijos."

Sin embargo, hay vínculos tóxicos entre padres e hijos también allí donde todo indica -aparentemente- enormes dosis de amor. "Es el clásico de la madre ultraposesiva -dice Faur- que les expresa a los hijos que ella, para sentirse bien, sólo necesita que ellos estén bien. Vive por y para sus hijos, pero eso no es amor. Porque la idea implícita es que si les da todo, ella podrá demandarles todo. Hay un mensaje de culpabilización tácito. Ella espera que sean sus hijos quienes la completen. Los hijos nunca podrán hacerlo. Pero siempre se sentirán culpables de no haber podido."

La consecuencia más visible de los hijos de padres tóxicos es que fueron preparados para ser niñeros y niñeras de los demás. "No podrían establecer una relación con alguien que esté bien -dice Emilia Faur-. Porque necesitan ser necesitados para sentirse valorados, necesitan sentir que sirven para algo. Suelen elegir parejas que de algún modo ocupan el lugar que tenía alguno o ambos padres: personas compulsivas, adictas al alcohol, al juego, las drogas, violentos, inmaduros, maltratadores. Esto no se vive en forma consciente, pero el planteo es: lo que no logré con mi mamá o mi papá lo voy a conseguir con este hombre o esta mujer. Ser hijo de padres tóxicos explica perfectamente bien conductas codependientes en la vida adulta: sólo sirvo si otro me necesita."


PADRES MALA CONDUCTA

En algunos casos, estos padres son inadecuados emocionalmente y se sirven de sus hijos para que asuman roles que en verdad les corresponderían a ellos. "Padres de mala conducta -comenta Faur-. ¿Qué casos? Madres de hijas adolescentes que en lugar de acompañar el crecimiento de las chicas compiten con ellas; padres que se visten y actúan como muchachos y se ponen en un pie de igualdad con sus propios hijos... Son esos padres que se enorgullecen diciendo que sus hijos son sus amigos, cuando en verdad el padre no puede ser amigo, pues el padre es la ley. Donde esto no ocurre la relación se vuelve disfuncional."

Cuando en una familia de este tipo hay un padre adicto y una madre que pasa todo el día corriendo detrás de ese hombre para salvarlo del problema, es todo el grupo el que se enferma. "Los primeros en advertir que la dificultad no la tenía solamente el adicto sino también quienes estaban a su alrededor fueron los familiares de Alcohólicos Anónimos en 1940 -explica la licenciada Faur-. Advirtieron que siempre había alguien que vigilaba la vida del adicto, que vivía dominado por eso. Su enfermedad era la del control y de la obsesión por el rescate. Así, los familiares de alcohólicos acuñaron la palabra codependiente para nombrar esta clase de vínculo."

El problema es tan complicado que, en la gran mayoría de los casos, cuando un adicto se recupera sobreviene una crisis en el ámbito familiar, pues su cuidador ya no tiene de qué ocuparse. Allí aflora, con todo dramatismo, su patología. Es que en ese intento de rescatar al marido, hijo, hermano, padre, madre o pareja de sus adicciones comienzan a establecer un tipo de relación en la que no pueden hacer otra cosa que vivir pendiente de esa persona.

¿Por qué la codependencia es más frecuente entre las mujeres? "Porque la posición de la mujer está mucho más legitimada socialmente en la función de rescatar al otro -explica la licenciada Faur-. Muchas mujeres al hablar de un marido adicto afirman que si no lo cuida ella nadie lo cuidará. Y, socialmente, si deja de hacerlo se vuelve una mala mujer. Sin embargo, ni se ayuda ni ayuda al otro. En realidad, justificando sus actitudes y apañándolo sólo se convierte en una facilitadora de las conductas autodestructivas de esa persona. En ese rol de rescatadora no le permite hacerse cargo de los efectos de su propia conducta."

El codependiente es siempre rescatador, perseguidor y víctima. Es que sus intentos de control y salvación están condenados al fracaso.

Muchas películas han plasmado este tipo de relaciones. En "Adiós a Las Vegas", por ejemplo, se presenta la relación entre un alcohólico perdido y una prostituta. Ambos viven al borde. Pero ella, de todos modos, quisiera salvarlo, aunque él ya decidió morir.

Lic. Emilia Faur, psicóloga social
Por Gabriela Navarra De la Redacción de La Nación.